martes, 8 de octubre de 2013

Lo que la televerdad esconde

Tan solo añadiré un fragmento extraído de '¡Mírame, tonto! las mentiras impunes de la tele' de Mariola Cubells, un breve resumen que os dará las claves para observar no solo la televisión, sino todos los medios que os rodean, con otra visión. Soy la primera crítica de mi propia profesión, y puede que cuanto más la conozco menos me guste. Porque ya no es que traten de 'adormecer' al pueblo, sino a toda la sociedad. Puede que entres, veas y no te guste...pero pronto habrá otro dispuesto a sustituirte ¿os suena?

"La buena televisión la hacemos periodistas, realizadores, comunicadores, productores, personas más o menos preparadas, en buena medida universitarias, leídas, cultas incluso, intelectualmente inquietas, interesadas por el mundo que les rodea. La mala, en cambio, también."

"Mentimos. A usted, que nos ve desde casa. Y a usted, que viene a la tele a contarnos sus cuitas.
Engañamos. A cientos de personas para conseguir que vengan al programa. O para sacarles una declaración. Los confundimos diciéndoles mentiras redondas y los traicionamos abusando de su confianza.
Ganamos dinero. Unos más que otros. Todo vale para conseguirlo. Aceptamos lo que nunca pensamos que aceptaríamos. Por dinero, sí. ¿Usted no?
Sobornamos. Pagamos a los parias de la tierra si es preciso.
Prometemos. Cosas que no vamos a poder cumplir. A ustedes, a los que van a la tele a contar y a los que los escuchan desde el sofá de casa.
Despreciamos. No nos importa que usted crea o no lo que está viendo. Lo único que queremos es que lo vea. Y que se calle. Y que nos vuelva a ver mañana.
Manipulamos concursos, si hace falta, para que ganen los guapos. O para mantener el ritmo. O para que no se aburran; sobre todo, no se aburran, por favor.
Tergiversamos y editamos afirmaciones para que resulten más acorde a nuestros fines, porque eso es lo que nos han pedido nuestros jefes. En un informativo o en un programa estéril. Incitamos a nuestros subordinados a que hagan lo mismo. Y si se niegan, los despedimos, o en su defecto los ninguneamos. ¿Qué pasa?
Llevamos a individuos a la televisión sabiendo que su aparición en pantalla puede destrozarles la vida; nos reímos de su simpleza y la festejamos con el resto de compañeros. Con solidaridad y buen humor. Ponemos la lupa en sus miserias y utilizamos nuestro poder de persuasión, nuestra capacidad para cambiar de registros y nuestro bagaje, a fin de convencerlos de que lo mejor para ellos es que hagan y digan lo que nosotros queremos...
Diseñamos programas zafios sabiendo que lo son, porque consideramos que muchos de ustedes son, simplemente, espectadores analfabetos.
Rastreamos lo cutre en los peores lugares para trasladarlo al lugar en el que trabajamos. Vamos a clubes de putas, a casas de la caridad, a discotecas de abuelos, a las esquinas de las calles, a buscar a gente desesperada, y luego utilizamos esa desesperación, que es real, para nuestros fines.
Conseguimos que los más débiles, los menos privilegiados intelectual, culturalmente, nos llenen horas de emisión.
Nosotros, ciudadanos de primera, adscritos a plataformas de pago, hacemos una televisión menor, por debajo de nosotros mismos, y que no vemos, desde luego, para que ustedes, ciudadanos de segunda, que no ven otra cosa, pobres, que la televisión generalista, disfruten.
Lo hacemos conscientemente, en pleno uso de nuestras facultades mentales y en el ejercicio de nuestra profesión de periodistas."

Por supuesto todos los programas no son así, pero no penséis que bajo el tamiz de la cercanía no se esconden estas mismas premisas.....es cierto, a muchos de los periodistas que os preguntan les importa un pimiento vuestro pueblo, vuestras manualidades y vuestras chorradas varias...solo quieren que digas la mayor somardez posible para dar juego y el programa tenga audiencia.

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